martes, 14 de enero de 2014

Un cabrón como tú.


Te odio. Odio tus putos besos. Odio como tus ojos traviesos se encienden al verme y empiezas a jugar con el piercing del labio inferior. Odio ir de copilota en tu coche, que quites la mano del cambio de marchas, agarres mi pierna, me veas a los ojos y sonrías. Odio cuando en mitad de un beso te apartas y me miras, como si no te lo creyeras. Como si no supieras que solo soy una mas en tu absurda lista. Como si fuera la única, la mejor, como si fuera tuya pero sobre todo como si tú fueras mío, cuando en realidad soy la número, no sé, creo que he perdido la cuenta. ¿Lo peor de todo? Saber que ellas se sienten tan especiales como yo cuando estoy contigo. Porque no me explico como lo consigues pero haces que me sienta bien, imparable, como si nada ni nadie me pudiese hundir, ni arrebatar lo mas importante que tengo, que eres tú. Luego abro los ojos y me doy cuenta de que hay miles de chicas, y que yo no valgo nada. Y ahí es cuando me siento una mierda. Cuando dejo de sentirme especial, única, y empiezo a caer en ese pozo al que llaman “baja autoestima”. Odio no saber decirte que no, porque a veces me lo creo, creo ser la única, creo incluso que es a mi a quien quieres. Puede que en realidad no me lo crea, puede que solamente quiera creermelo, porque desearía que me quisieses a mi, a mi y solamente a mi, sin terceras personas, ni mentiras. Y es que casi te odio tanto como te quiero. Sí, te quiero, ¿Por qué? Preguntale a las otras mil, quizá ellas lo sepan. Ya sabes que nunca se me ha dado bien explicarme y menos cuando se trata de declarar mi amor por un cabrón como tú.